Los niños necesitan un tiempo cuando van a la cama para dormir. Les viene bien compañía, un cuento, un abrazo, para que entren en el sueño de una manera dulce. Muchos adultos tenemos miedo a entrar en el sueño, porque no tenemos esa capacidad de entrar en él de una manera plácida.
Sofía cuenta un chiste: “un niño pregunta a su mamá: ¿mamá tú tienes miedo a la oscuridad? Y mamá responde: “no”, ¿tienes pesadillas por la noche mamá? “no hijo” entonces ¿por qué duermes tu con papá y yo duermo solo? “
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El niño tiene muchos miedos, el problema es que los adultos sabemos que no existen y les decimos:”no hay monstruos debajo de la cama”, cuando eso no es cierto para ellos.
Sofía cuenta que cuando era pequeña iba a despertar a su mamá y le decía que había gallinas debajo de su cama. Su mamá encendía la luz y decía “no ves, no hay gallinas”. Sofía terminaba durmiéndose en su cama, pero eso no significaba que no pensara que había gallinas.
Los adultos tenemos que saber que los niños tienen miedo y que piensan que los monstruos, espíritus y ogros existen y por tanto son reales. Y aunque los adultos sabemos que no son reales, la vivencia es real, los niños la sienten en la piel cuando tienen pesadillas en la noche y entran en shock, les falta el aire, etc.…, luego toda racionalidad de los adultos les dice que no pasa nada, pero no es cierto. Incluso de mayores hay muchas personas que piensan que alguien puede entrar por la ventana. Son miedos reales y como padres les tenemos que hacer caso.
Decirles “no ha sido nada” no sirve. Para él ha sido mucho, entonces es mejor decir “tranquilo estoy contigo, te doy la mano, te abrazo”, ya que lo siente como verdadero.
Magda, de niña, soñaba que había un señor con un cuchillo que la quería apuñalar y se tapaba con las sabanas, y veía sombras que pensaba que eran vampiros, unas noches de terror que aún recuerda.
Como Behacheadoras vamos a traer nuestra mirada Behachistica a esos miedos. Los seres humanos estamos fisiológicamente diseñados para dormir acompañados, y aquí Laura Gutman no hace bandera del colecho, sino que mira lo que necesita un niño cuando nace.
Tenemos mismo diseño que los hombres de Cromañón, físicamente somos iguales, ellos dormían en grupo, las mujeres con los niños lactantes en el centro para protegerlos de los depredadores. Así es como quiere dormir un bebe de manera natural. Necesita esto cuerpo, calor y protección.
Es curioso saber que cuando vamos a hoteles no tenemos un sueño tranquilo, a veces no nos sentimos a salvo. Pretender que un niño duerma separado con osito es una barbaridad. Algunos supuestos expertos dicen que los niños “no pueden dormir con los padres que se van a mal acostumbrar”. Rosa Jové dice en su precioso libro “Dormir sin lágrimas” se pregunta – ¿entonces qué es más normal, que una persona adulta duerma con su pareja o con un oso inmenso, porque a dormir con su pareja “también se va a mal acostumbrar?” ¿Qué es mejor que se acostumbre a dormir con personas o con osos enormes?. No tiene sentido.
Los adultos pensamos que el bebé tiene que dormir seguido porque nosotros, en nuestro egoísmo, queremos dormir seguido, porque a la mañana siguiente tenemos que ir a trabajar , pero no miramos lo que necesita el bebe.
Si consultamos fórums de mamás, la pregunta que más aparece es ¿por qué mi hijo no duerme? Hay que explicar a las mamás qué pasa. Magda cuenta que su mama siempre nombró que lloró 2 años seguidos y que tuvo que cambiar su turno en la fábrica al de tarde, porque se dormía en el de mañanas.
Y contaba que una vez que se calló en sus brazos, caminó de puntillas la dejó en la cuna y empezó a llorar, “ te hubiera tirado por la ventana si no fuera porque vivíamos en una planta baja”.
¿Por qué no tenemos al bebé a nuestro lado, para que nos pueda oler, conectar su corazón con el nuestro, y sentir nuestra temperatura corporal? ¿Por qué lo dejamos en la cuna donde sufre, tiene miedo y no se siente protegido? Los gatitos reclaman cercanía y maúllan si no la tienen porque saben que si la mamá gata no los protege no van a sobrevivir, un depredador se los va a comer. Nosotras, al estar en general desconectadas de nuestro ser, no fusionamos con el bebé y eso trae todo el abandono.
Las recomendaciones de dejarlos en la cuna y que lloren es de hace sólo 50 o 60 años. La mamá de Sofía contaba que en su infancia por cuestiones económicas dormían todos los hermanos juntos en un colchón en el suelo. Y ninguno se levantaba para ir a la cama de los papás, juntos se acompañaban.
Pero como estamos en la época de la gran velocidad, por eso surgen los métodos rápidos que aconsejan “deja llorar al niño siete días y al octavo se va a callar”. Parece un método fantástico. El niño va a acostumbrarse a estar en su cuna y solo en su habitación. ¿Que pasa? Pasa que el niño llora y se resigna, piensa mamá no va a venir, se murió y yo moriré y se calla resignado y agotado de tanto llorar. Hay bebes que mueren, la muerte súbita del al lactante puede ser por eso. Obvio que se va a callar pero qué vivencia le damos a sus células, obviamente que no mamá no está disponible y su sentimiento puede ser tal que hasta se muera.
Actualmente hay muchos adolescentes con problemas de insomnio. Siempre los ha habido pero ahora son muchos. Con esos métodos generas un problema a largo plazo. El sonambulismo entra también ahí. Los hay muy graves en los que se pone en peligro la vida del niño, pues se producen accidentes. Es el fruto del miedo, del pánico, del terror, no podemos relajarnos… hay que poner palabras a eso.
Dejar un bebe solo toda la noche es violencia una terrible violencia. Es dejar a alguien que no puede hacer nada, abandonado y nosotros ejercemos esa violencia contra ese ser diminuto, pequeño que no tiene otro recurso que llorar cuando quiere algo.. Y hay que decirlo así.
A lo mejor muchas madres que nos escuchan nunca lo pensaron de esta forma. Ellas hacen lo que pueden con la mejor intención hacia su cría y desde el amor. Se dicen mi vecina también lo ha hecho y le ha ido bien. Además estos libros están escritos por especialistas. Pero no tienen conexión con su instinto para parar un minuto y cuestionar y decir “me resulta raro esto”. Hay que tomar conciencia y contactar con la esencia de nuestros hijos.
Ampliar la mirada que es lo que siempre proponemos en este espacio de Biografía Humana. Que lo que hoy nos parece bien porque nos deja dormir tranquilos a los adultos, es un problema a largo plazo. Y no va a ser gratuito. Es como cuando hablamos de lactancia y de biberón y decimos “es que duerme toda la noche con el biberón y yo no puedo estar todo el rato con la teta”. No estamos mirando amplio, estamos mirando muy pequeñito. Y al mirar amplio vemos los beneficios a largo plazo y ofrecemos amor.
Rosa Jové escribió el libro “Dormir sin lágrimas” para contrarrestar toda esa marea de libros que dicen que hay que dejar llorar al bebé. Es una psicóloga que hizo muchos estudios sobre las fases del sueño. Lo recomendamos porque nos da un conocimiento de la fisiología del sueño y como es madurativo. A los niños no hay que enseñarles a dormir, como no hay que enseñarles a hacer pipi. Es madurativo. Ellos solos, si les damos tiempo, van a acabar incorporándolo de manera automática, natural. Explica que hay 5 fases sueño una Rem y las otras 4 del más ligero al profundo y pasar de una a otra tienen que entrenarse. Ir de la primera a la más profunda les cuesta y despiertan, por eso son de 40 minutos, si nosotros como madres pudiéramos saber esto entenderíamos mejor a los bebes.
Los adultos lo tenemos más incorporado, también tenemos despertares, pero hemos aprendido a enlazar las fases del sueño. En unos años, si no hemos actuado de manera agresiva con el sueño de los niños, ellos van a dormir. Depende de cada niño. A los 7 aparecen terrores nocturnos porque ya no somos la sombra de la madre. Hay terrores por la separación física que sienten pero son por otros temas. Se trata de ir mirando lo que necesita nuestro niño.
Hasta los 5 o 6 años se despiertan, luego su sueño es más parecido al de los adultos sobre 8 horas sin siesta. Quedémonos con ese dato. Si tenemos ese dato en la mente nos relajamos relajas.
Sofía dice que tiene la claro sensación que cuando su hijo se despierta y no siente el calor de su cuerpo va hacia su cama, siempre a misma hora y sabe que tiene que ver con esto. El niño piensa que si se queda en su cama vendrán los monstruos y va a su cama y descansa. El sueño es importante, hacemos montón de cosas cuando dormimos: crecemos, fabricamos anticuerpos, hormonas, sintetizamos proteínas.
levamos miles de años sin métodos para dormir, niños y los niños han dormido, se han desarrollado y no hay que preocuparse. Nos viene a la memoria la película “Los Croods una aventura prehistórica” que muchas personas han visto, dormían todos juntos en la cueva, la abuela, el perrito, todos, cuando se ponía el sol, ellos corrían dentro de la cueva, tapaban la puerta y nadie se atrevía a salir para no ser comido depredadores.
¿Pero al final el niño tiene que dormir solo no? pregunta Jordi, los adolescentes no duermen con su madre, solos van haciendo el proceso de maduración, ellos se van separando, aquí vamos rápido y lo queremos rápido. Hay algunas mamás que nos nutrimos del niño porque ya le toca volar y si no vuela y si sigue durmiendo con la mamá ahí hay otro problema. Aunque también hay muchas mamás que no duermen con ellos y se nutren de ellos.
Jordi nos cuenta que él dormía bien, no tenía pesadillas, si las tuvo las ha olvidado. Montse recuerda que dormía en una habitación en literas con sus 3 hermanas. Separada. No había cuerpecito de las hermanas. Ella sentía necesidad de contacto iba a la cama de sus padres, los padres la echaban y ella se quedaba en la alfombra.
La mamá no estaba tranquila que ella estuviera ahí. Y Montse entiende que lo hizo lo mejor que pudo, una vez lo hablo con ella, y mamá le decía “a mí me tocó dormir con mi hermana y considero que tenéis un lujo teniendo una cama para cada una”. Ella lo hacía para bien. Montse salió díscola, y mamá la acompañaba a su litera 30 veces.. En los 70 estaba prohibido dormir en la cama matrimonial.
Entonces Montse buscaba calor con sus hermanas, una la dejaba y mama volvía y la cogía de la cama y la llevaba a la suya. Pero ella no se doblegaba, iba, porque tenía miedo de estar sola pero no miedo de recorrer la distancia, para estar en la cama de los papás.
Sofía recuerda que su habitación estaba lejos con un pasillo largo y oscuro, sus papas no la dejaban entrar en la cama, pero ella se ponía de pie esperando horas a que mama se despertara. Mamá se asustaba al abrir los ojos y verla. Tal es el miedo que tenemos los niños, pero somos capaces de ir por el pasillo oscuro para encontrar seguridad. Delante de esto ningún adulto nombre el miedo, y en cambio nombre que es un capricho, cuando no lo es.
Es algo tan simple como sentir los brazos de nuestros padres, su corazón, su aliento y cuando nos hartemos ya saldremos de esa cama e iremos a la nuestra, felices y contentos.
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