La violencia es la imposibilidad de que convivan dos deseos en un mismo campo emocional, a nivel individual y colectivo. El que gana ocupa todo el espacio disponible, el que pierde se retira. Todos son modos de reclamar amor desplazado y demasiado tarde. Estamos todos incluidos en alguno de estos sistemas, más o menos.
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Hemos descrito en el podcast anterior la violencia activa y hoy describiremos una modalidad o mecanismo de supervivencia más sutil e invisible, la violencia pasiva, la de las víctimas, sean hombres o mujeres.
Desde el punto de vista del bebé toda experiencia sin suficiente apoyo y sostén es violenta.
VIOLENCIA PASIVA, EL OTRO ME DESTRUYE.
Se trata de niños y luego adultos que son golpeados y maltratados por las personas afectivamente más cercanas. Siempre son víctimas. No es obligatorio el maltrato físico. Es emocional en todas sus formas. Organizan el vínculo en la medida en que ese otro lo destruye. Así puedo ser alguien, soy el depositario del enojo del otro y estoy siempre disponible para que descargue. Es la otra cara de la violencia hacia afuera. Difícil de detectar porque suelen ser personas buenísimas , y hay que observar cómo manejan situaciones para despreciar y humillar al otro. Es interesante ver donde se inicia la escena de violencia.
Desestimar, negar, ser indiferente, restar importancia, desvalorizar, ignorar el deseo del otro, es tan violento como gritar cuando ese otro llega a caso y lo único que necesitó no fue escuchado ni tenido en cuenta.
Cuando hay lugar sólo para el deseo de uno, hay violencia. No importa quién tiene razón, no es esa la cuestión. Siempre es un juego de dos. En esta realidad la víctima no daña al otro, pero activa la agresión del otro, y de paso tiene beneficios ocultos. Tiene aliados, que le dan la razón y siempre los encuentra. Y la culpa del agresor, que durante horas, días o semanas le da “amor incondicional”, lo que nunca recibimos. Moralmente un hombre no tiene que pegar a nadie, lo complicado es registrar la totalidad de la dinámica violenta donde todas las personas cumplen una función para que la escena pueda producirse.
La dificultad para registrar esa violencia es que aparentemente la persona no hace nada. Es paciente, amable, está de buen humor, por eso hay que detectar la escena completa. Es más difícil de detectar cuando somos niños. Niños tranquilos, tímidos, poco sociables pero están en camino de recibir patadas, golpes de los brutos porque están allí en el lugar justo para recibirlos. No hay víctima sin victimario. Es la danza perfecta. Pelea, agravio, humillación desprecio conforman un lugar calentito, que nos recuerda al nivel de maternaje recibido