En este penúltimo podcast de la temporada seguimos hablando de los diferentes personajes que armamos para proteger lo más vulnerable que tenemos: nuestros seres esenciales o niños interiores heridos. En este podcast número 16 describimos los personajes de: Devorada por mamá y Cueva.
El Devorado o Devorada es un personaje más bien pasivo que lo solemos ilustrar con una imagen de un niño en la boca de cocodrilo. La mama “come” metafóricamente a su hijo o hija, nutriéndose de él/ella y de su energía.
Parecen madres que se desviven por sus hijos, que son sobreprotectoras, pero son mamas que se nutren de sus hijos. Se nutren en la medida que sienten que son tan buenas madres, porque siempre están presentes en todas las situaciones y velando por sus hijos, pero en realidad son mamas que coartan la libertad de sus hijos para no sufrir ellas mismas. Estos niños se quedan sin energía, desvitalizados, dentro de mama, responde solamente al deseo de mama. Es difícil de salir de este escenario infantil, por eso muchos de los niños que han tenido este escenario emocional en sus infancias siguen ahí de adultos.
Al devenir adultos están en tal comodidad, metidos en la boca de mama, que no están dispuestos a abandonar ese confort de no tener que decidir nada, ni tomar responsabilidades. Jordi nuestro locutor rápidamente llega a la conclusión que cuando estos individuos buscan parejas, buscarán lo mismo que les daba mama, pero puede que nunca se emparejen, por la dificultad de establecer relación. Le va a costar salir, incluso salir de casa. Es aquel ejemplo de persona que está en casa de los papas y les cuesta salir, a no ser que los echen. En las mujeres es más sutil, porque puede ser un poco más hábil en lo social, sin embargo no deja de estar nutriendo a mama.
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Los beneficios de este personaje es la comodidad total, cero responsabilidad, así que nunca puedo equivocarme, ni ser culpable. Son personas que tiene una gran capacidad de concentración, de observación y de detalle y que para algunas profesiones van como anillo al dedo.
El coste que tiene este personaje es que no tienen energía, no eligen nada desde su deseo, que ni saben cual es; todo se lo consulta a mamá. El gran coste es que no llegan a desplegar nada de su ser esencial, ningún talento, ningún deseo, nada. Tampoco les va bien en el área relacional, las relaciones cuestan muchísimo y prefieren estar aislados. Tienen pocas amistades y son siempre superficiales. Suelen tener profesiones bien herméticas como Bibliotecario, informático, profesiones que no exigen mucha relación o trabajan desde casa, por ejemplo.
Su trabajo es ir saliendo de poquito a poquito de la boca de mama, probar sensaciones, sentir todo el pánico que provoca salir, sin tener las directrices de mama, vivenciar y volver a entrar. Sentir el riesgo del dia a dia, eligiendo solo(a) algo, soportarlo y registrarlo. Tomar responsabilidad sobre algo de su vida.
En el personaje de la cueva también es pasivo, con poca energía, desvitalizado. Aunque puede salir un poco más que la devorada. Una persona se encueva porque hay mucho peligroso en la infancia, un escenario caótico, una madre loca, un escenario de sálvese quien pueda o un escenario de mucho conflicto y de guerra entre mama y papa. Es una zona de confort que esta persona encuentra respecto a lo que pasa fuera.
Todo lo tiene bajo control y ordenado. Cuando salen es un círculo reducido y sin mucha implicación o peligro. Las pocas relaciones son superficiales, aunque se emparejen e incluso tengan una familia, pero la tendencia a aislarse y esconderse en su mundo es continua. Como que esa persona está en su mundo donde nadie puede llegar. Siempre se va a emparejar con hombres o mujeres que les permiten estar en su cueva, por lo tanto, hay una distancia relacional obvia.
Los beneficios son estar protegido, tener todo controlado y en su ámbito.
El coste es que no deja que nadie entre en la cueva y mantiene los demás fuera, a una distancia prudente. También no poder desplegar toda su libido y sus talentos de su ser esencial.
La sensación de pánico, de este personaje, cuando sale al mundo es muy grande, porque su sensación infantil es que le puede pasar de todo, está desprotegido. Por eso su trabajo es ir saliendo de poquito a poquito, probar sensaciones, sentir todo el pánico que provoca salir, vivenciar y volver a entrar. Sentir el riesgo del dia a dia, poder sentir que el exterior no ofrece tanto peligro como imaginaba. Ese miedo que sienten es un miedo antiguo que ya no corresponde a la actualidad. Si no me abro al mundo, tampoco puede dejar entrar a nadie.
Ningún personaje es totalmente malo ni bueno, así lo concluye Jordi. El trabajo es siempre tomar consciencia de nuestros mecanismos de supervivencia, para saber cuando los ponemos en acción y así elegir los momentos en que pueden ir a favor nuestro y de los demás.