Ejemplos de escenas de violencia en las instituciones de servicios varios, ya sean de sanidad, de educación, sociales, políticos de seguridad.
En este 5º episodio sobre violencia, Montse, Sofia y Magda dan ejemplos de su vida cotidiana, donde hayan recibido malas respuestas, situaciones de falta de respeto y/o de agresividad en atención de los funcionarios, profesionales, especialistas y técnicos.
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Empiezan por hablar de la violencia en la salud, mencionando que la de los partos hospitalarios ya habíamos abordado en el Podcast de los Partos. A los especialista de salud, muchas veces, parece no les gustar que preguntemos sobre las pruebas/analíticas que nos hacen. Cuando preguntamos y nos responden de mala manera «bueno, si no quieres no lo hagas…..». Como si no tuviéramos el derecho de saber lo que nos van hacer en nuestro propio cuerpo. Muchos de nosotros, ante una respuesta similar, nos callamos y dejamos someternos a pruebas que no sabemos como se llaman, ni para que sirven. Desconociendo totalmente el derecho de poder elegir qué pruebas permito hacer en mi propio cuerpo, cuando y donde.
Claramente, la información es poder. Esto se relaciona con lo que pasa entre los niños y los adultos. Al niño le escamoteamos la realidad continuamente y la manipulamos en nuestro favor, como si el niño no tuviera derecho a saber la verdad. Es la manera que tenemos de ejercer poder sobre los más pequeños.
Hablamos también de la importancia que tienen las quejas, las reclamaciones formales y las denuncias, para poder expresar nuestra incomodidad, nuestro derecho y deseo. Como si no tuviéramos el derecho de manifestarnos, de quejarnos, de decir «esto no me gusta!», tal como cuando éramos niños, que nos usurparon este derecho de expresión de necesidades.
Hasta los tiempos de espera pueden ser considerados violencia. Cuando tengo una hora concertada y me reciben 45 minutos más tarde, esto también es una falta de respeto y es violencia. Como si el que me recibe estuviera más «arriba» jerárquicamente, por lo tanto es el otro que me tiene de esperar. Aquí no hay paridad. Pero es algo tan normalizando y tan cotidiano, que no respondemos. Aquí conectamos con el abuso infantil que hemos recibido y volvemos a repetir patrones.
En la salud ocurre mucho que tendemos a proyectar en el otro un supuesto saber y responsabilidad. Hasta que punto que un medico o técnico me puede decir lo que tengo de hacer con mi proprio cuerpo o el de mis hijos? Aquí es donde pierdo mis referencias internas y mi propio criterio, algo que la mayoría no solemos ejecutar por miedo. Y muy frecuentemente el profesional que tenemos delante nos decide dar su opinión personal sobre nuestra salud, vida y hace juicios y criticas, sin que lo hagamos pedido. Cuantas veces no hemos ido a urgencias de salud con nuestros hijos accidentados y recibimos reprimendas sobre lo ocurrido en lugar de ser acogidos en nuestro dolor. Observemos que hacemos en estas situaciones, si nos quedamos callados, si nos rebotamos, si compartimos o lloramos. Esto es patriarcado en acción.
En este tipo de violencia hay abuso de poder, un sometimiento de quien presta un servicio hacia quien lo recibe – el usuario. Entramos de nuevo en la dinámica del someter al sometido.
Cualquiera se puede subir en la soberbia para someter el otro, para defender mi propio territorio. Esto es un método de salvotaje para proteger mi territorio cuando me siento amenazada. Así que, lo que está en la base es el miedo. El sometedor siente miedo de perder el dominio y el reinado sobre su territorio.
En las terapias también existe el avasallar del poder personal, en la medida que damos al terapeuta el poder de decidir cual es la periodicidad de la terapia, cuando la terminamos, la típica «alta» que nos da. Esto es contraproducente l proceso terapéutico, solo alimenta la dependencia y el sometimiento de los consultantes. Y favorecemos que la repetición de nuestros patrones infantiles.
En la Biografía Humana, estamos atentas a esto y hay una atención puesta en el respeto profundo por el otro y por sus necesidades. Ofrecer un espacio de autonomía al otro, para que identifica sus necesidades y recupere su poder de decidir lo que le van bien, en que dosis, formato y cuando. Esto es incentivar y favorecer el desarrollo de su proprio criterio y auto confianza.
La ley del someter y sometido se da en cascada, del más fuerte al más débil. Entiéndase por débil, el que es más joven, que tiene menos conocimiento sobre el tema, que tiene menos dinero, el que tiene menos poder, estatus social, etc. Todos sometemos y dejamos someter. En la educación, el alumno es sometido por la maestra, la profesora se somete al director y este al inspector de educación y así sucesivamente. A su vez el alumno someterá a su hermano pequeño cuando llegue a casa o a otro alumno más pequeño en el patio y quizás la maestra se dejará someter por su esposo…
En realidad poder observar donde usamos nuestro poder, donde lo entregamos y nos dejamos someter y en que podemos mejorar, seria lo ideal. El cuestionamiento diario que debiéramos de hacer para ver más ampliado.
En la política ocurre exactamente lo mismo. ¿Qué tipo de políticos votamos? ¿A quien damos el poder decisivo? En el fondo buscamos estructura, porque creemos que estos líderes nos van a proteger y salvar. Tal como nos nos hizo mama.
En todos los ámbitos ha violencia, en la religión, el ejército, la policia, las farmacéuticas….todo son las mismas dinámicas. El poder de las farmacéuticas, los diagnósticos y los medicamentos, las vacunas, las epidemias súbditas que surgen, todo son formas de someter la población al miedo, esto es violencia. Y somos nosotros, desde lugares de sometidos y infantiles, que muchas veces exigimos estos medicamentos y vacunas, porque nos hace sentir más seguros. Eso creemos. Cuando en realidad, la falta de seguridad es interna y nos vienen de la primera infancia y nada nos la puede colmar.
Lamentablemente solo vemos la violencia activa y bruta, los homicidas, terroristas y maltratados, pero no vemos las situaciones más pulidas de violencia, las pasivas, las «políticamente educadas». En el final somos violentados y nos dejamos someter por el miedo. Lo que no tenemos consciencia es que ese miedo que sentimos es antiguo, no está actualizado, no corresponde a la realidad. Las situaciones actuales nos reactivan el miedo antiguo que hemos sentido en nuestras infancias sombrías y desamparadas.
Esto es un buen terreno de cultivo para producir y esparcir el miedo y desde este lugar de cero seguridad interna y confianza, nos agarramos a médicos, políticos, religiones, sectas, fanatismos, títulos académicos, estudios, ideologías y métodos. Para seguir nuestro propio criterio tendríamos que reconocer esta falta de seguridad interna y entenderla y ahí solo así podríamos empezar a ejercer la verdadera libertad interna!