La violencia es la imposibilidad de que convivan dos deseos en el mismo campo emocional. Es cuando mi deseo está por encima del otro. Es cuando no registro al otro. Es cuando el otro no tiene cabida para mí. La primera violencia es la “activa” que es la más visible, pero luego vienen las más invisibles, “la pasiva”, la “que se autodestruye” y “la de las víctimas”. Hoy abordaremos la violencia hacia adentro que es la de las enfermedades, la debilidad, etc.
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Pensamos que la violencia sólo pasa en casos extremos o en situaciones de mucha precariedad, pero existe en todos nosotros y todos ejercemos uno de estos cuatro grupos de violencia.
Por ejemplo nace una niña, es la tercera de la familia, ya tiene dos hermanos que llaman la atención de otra forma, uno pegando, la otra recibiendo de manera pasiva, porque en el fondo todos queremos cuerpo materno, atención materna, cuidado y amparo.
Esta tercera modalidad de violencia empieza con que la niña enferma para que mamá la mire. ¿Cómo puede ser, nos enfermamos de manera consciente para que mamá nos mire? No lo hacemos de forma consciente, pero es un mecanismo de supervivencia que hace que en ese momento mamá se ponga las pilas y nos lleve al médico, o sea el único momento en que nos abra la cama matrimonial.
Esta criatura va entendiendo que la única manera de obtener mirada de mamá es a través de enfermarse. Hablamos de la película “mamá cumple 100 años” de Carlos Saura, en la que la abuela enferma está a punto de cumplir cien años y todos los miembros de la familia se trasladan a la finca para felicitarla. Todos están pendientes de ella que además es la que más dura. Como en 100 años de soledad el personaje de Úrsula, la matriarca. Se mueren todos en el libro y ella es la que más dura.
Jordi dice: me viene a la mente esas personas que siempre se están quejando, les duele un poco la uña y dicen “me duele toda la mano” están todo el día con el “ay” luego las otras que, aunque tengan un dolor muy grande, tiran para adelante, no se quejan, son los dos extremos ¿no?
Recordamos que tenemos que partir de la base de que estamos buscando mirada materna desde pequeñitos, y para algunos el recurso que tenemos es enfermar. Conforme vamos creciendo vamos sintiendo que la enfermedad es nuestra aliada.
Todo el mundo está más por nosotros, porque no estamos bien, porque estamos mal del corazón y no se nos pueden dar disgustos. Otro caso muy significativo es el de la depresión, porque no estamos hablando de la enfermedad en sí, porque todos nos enfermamos. Estamos hablando de cuando la enfermedad la utilizamos como un mecanismo de supervivencia. Magda cuenta que cuando era pequeña enfermaba mucho y cuando nació su hermano más, ahora ve que era porque la iban a cuidar sus abuelos y eso le gustaba mucho porque tenía mirada, le contaban cuentos, le cuidaban, le traían el caldito, le daban friegas con el Vicks Vaporub.
Montse dice, pero hay una diferencia entre lo de Magda y un enfermo crónico, que es una persona que utiliza la enfermedad como violencia y es que todos los niños pedimos mirada. Primero a través del llanto, luego a través de la enfermedad porque no tenemos muchos recursos de pequeñitos. Pero cuando una persona se queda en este mecanismo, como mecanismo más vincular, entonces es cuando hablamos de un personaje que cultiva este tipo de violencia. ¿Por que decimos violencia?, porque estas personas se dedican a tener siempre a todo el mundo alrededor preocupados por ellos. Son apáticos, no se alegran de que las cosas les vayan bien a los otros, están siempre muy tristes, nunca jamás les veras radiantes, contentos, compartiendo algo, atendiendo a otro, sino que siempre estarán chupando y esa es una violencia que no se ve mucho, que no detectamos, muy sutil. Dice Jordi “y a veces ni la asociamos a la violencia”, porque asociamos violencia a la agresión física, pero hay otro tipo de violencias.
Por eso decimos que en la medida en que yo estoy en mi infantilismo, en mi propio egoísmo y el otro para mí no existe y solo existe mi propio deseo no puede convivir con el deseo del otro ese es el origen de todas las violencias. Por eso lo traemos aquí, para que nos movamos de la silla y nos cuestionemos, porque nos parece que solo hay un tipo de violencia y todos los demás somos muy buenitos, pero luego vivimos en una sociedad muy violenta y no nos encaja que siendo tan buenos suceda eso. Y realmente todo encaja porque todos venimos de niveles en mayor o menor grado de violencia de alguno de estos cuatro grupos.
En este grupo de la violencia de los enfermos que no se curan, estas personas son las que hacen a las otras responsables de que no se curan, les cuesta mucho generar algo, necesitan siempre alguien que les acompañe, se rodean de personas muy energéticas, porque realmente necesitan chuparles esa energía. Suelen ser muy mentales y siempre tienen razones para despreciar sutilmente al otro. Tienen desdén por todo, es un tipo de violencia muy sutil la que ejercen estas personas. No es muy visible. Por eso la traemos aquí porque es de las más invisibles. Porque ¿Cómo cuestionar a un enfermo? La enfermedad es incuestionable, ya que un enfermo es un enfermo. Eso lo entendemos todos porque no nos ponemos malos cuando queremos, y no es que nos queramos poner malos, es que realmente necesitamos mirada y hemos entendido que esta es la manera en que mejor nos funciona. ¿Es consciente? No. ¿Significa que por no ser consciente no seamos responsables de ella? Tampoco. Porque como adultos cada día somos responsables de si queremos mirar o seguir ciegos.
Estos violentos además se vinculan a nivel pareja con otros tan desvitalizados como ellos, se buscan a otro de su mismo estilo para estar en la queja “mira como nos va de mal” y es muy difícil sacar a través de la Biografía a alguien tan victimista de ese espacio. Porque tiene muchas ventajas. Vamos a ver el que tenga una enfermedad crónica y nos escuche dirá ¿pero qué dicen estas taradas? Pero realmente no estamos intentando atacar a nadie, estamos poniendo otra visión encima de la mesa, si realmente podemos cuestionarnos, porque nosotros somos los únicos que podemos mirar la realidad tal cual. No nos sana nadie, no viene ningún sanador de fuera, simplemente el nivel de conciencia nuestro es el que puede hacer a través de una indagación personal genuina que podamos ver y sanar.
El tema de las depresivas crónicas se cura dando a los otros. Las personas que son depresivas crónicas, no les compensa tener cuatro hijos pendientes de ellos y aún necesitan más, nunca tienen suficiente y siguen estando en la depresión, esto es tan fácil como empezar a valorar lo que uno tiene alrededor, porque también es una violencia muy sutil la que ejercen. Un desprecio que dice “no valéis nada porque yo sigo aquí porque no me alegráis el ánimo” , le hacen de todo pero nada les sirve. Es tan grande el vacío emocional de estas personas, es tan inmenso es como un pozo sin fondo, eso no se va a poder llenar.
Esto se puede empezar a trabajar cuando eres un adulto porque de adulto podemos generar para poner en el fondo del pozo algo para que el agua esté allí. Si seguimos en nuestro vacío y en “no tuve” vamos chupando la energía de toda la gente de alrededor. Y esto es la típica madre devoradora, de aquí sale un hijo devorado por ejemplo. Este tipo de personas son las que comen a las otras, porque los hijos sienten que toda su energía vital la tienen que dar a mamá, no pueden generar nada, ni parejas, ni hijos, luego son los que se separan y vuelven a casa de mamá.
Dice Jordi: no se cuestiona la enfermedad de las personas sino el uso que pueden hacer de esa enfermedad, porque hay gente que aprovechando que tiene una enfermedad que es real le da un uso malicioso.
Montse aclara que esa persona no cree que está haciendo nada mal, esa persona se está salvando de su desamparo, no ve que sea malicioso para el resto, dice Jordi: si lo viera y siguieran haciéndolo ya sería perverso ¿no? Montse aclara que sí, que ellos necesitan salvarse primero a costa de su pareja, de sus hijos, a costa de lo que sea, es lo que hablábamos de las dolencias cardíacas, los familiares dicen “no se lo digamos al abuelo que padece del corazón y a ver si le va a dar un ataque”, al abuelo hay que cuidarlo siempre, y el abuelo ahí está entre algodones que no se va a morir ni a los 200 años y en cambio todos los otros sufriendo porque ha pasado esto, tenemos este gran problema, como lo vamos a solucionar, la hipoteca como la vamos a pagar, pero el abuelo está feliz en su sofá.
Dice Jordi “Eso lo dice el entorno del abuelo porque él les ha dado pie para que vean que padece del corazón y no le conviene que le den malas noticias, no es una invención de su entorno que dice –no al abuelo no le vamos a decir- el abuelo ha dado síntomas de que si me decís según qué voy a padecer”
Pero esto viene de la infancia, esto es lo que traemos, ese comportamiento se instauró en la infancia. Así como para otros personajes la enfermedad ha sido una cosa necesaria en nuestra infancia para que mamá nos mire, luego no nos hemos quedado instalados en ese personaje y otros sí, que esa es la diferencia.
La violencia está en que reclamamos ese amor infantil y de adultos ya no lo necesitamos, podemos generar y dar amor a los otros. Ese es el gran trabajo. Podemos dar amor cuando somos adultos aunque no lo hayamos recibido de pequeños. Ese es el lema de todos estos programas que vamos haciendo. Primero es conectar con lo que no tuvimos, pero luego qué hacemos con eso. Y la gran práctica es poder generar quitarnos de encima los personajes con los que sobrevivimos para poder dar a los otros.
Dice Jordi: muchas veces no somos conscientes de esta realidad, y Montse replica pero esto no nos exime. ¿Cuál sería la buena noticia? Que uno oiga esto y empiece a cuestionarse y diga ah! es verdad! Que cuando viene mi hija y me dice que le duele la cabeza yo le digo: “lo tuyo no es nada, yo llevo todo el día con la cabeza como un bombo ” y hablo todo el tiempo de mí, y no me entero de lo que le pasa a mi hija, esto es el desastre.
Ser consciente de esto es mucho.
En todo momento estamos hablando de la necesidad de salvarnos y del egoísmo que es el motor de todas las violencias. La última violencia es la de las adicciones. Siempre vamos a lo mismo, de bebés necesitamos ser amados, si eso no lo tenemos morimos.
Ya que estamos poniendo cada violencia con un hijo, este sería el cuarto hijo, al que no le toca ni enfermarse, le queda que cuando pido brazos a mamá ella me da un chupachups, llora y le da caramelo, luego tele, videojuego y le voy dando, así como otros personajes no se quedan enganchados en la adicción, otros sí. Esto forma parte de sus medidas de salvarse. Estos son los pedidos desplazados, al principio el bebé está pidiendo mamá, contacto, cuerpo, atención y lo que recibe es algo que le llena momentáneamente, esto lo asocia a que es mamá.
¿Qué pasa? que un brazo de mamá dura toda la vida, pero el azúcar dura 2 minutos, cada vez necesitan más cosas. Son estos niños caprichosos, pero es porque de pequeños esto lo hemos ido organizando como madres. Ofrecerle algo que lo llene porque no le puedo dar mi contacto. Entonces nos convertimos en adultos que no podemos hacer nada para nosotros mismos, estamos enganchados a sustancias, trabajo, azúcar, alcohol, correr, siempre hay algo que viene de fuera que nos soluciona el problema.
¿Por qué hablamos de violencia del adicto? Si cuando soy pequeño y llamo a mi madre y no viene mi sensación es de muerte. Cuando somos bebés necesitamos compensar en el mismo momento. Cuando somos adultos no. De bebés queremos lo que teníamos en la barriga de nuestra madre: calor constante, alimento constante, movimiento constante, es YA. Cuando no lo tenemos nos morimos, algunos de verdad, otros espiritualmente, a raíz de ahí entendemos que si no incorporamos esa sustancia nos morimos.
En la medida en que necesite fumar un cigarro llueve, truene o granice, o aunque se muera el que está al lado yo necesito fumarme un pitillo, eso es un nivel de violencia porque yo antepongo lo mío a la persona que tengo al lado. Me desentiendo de todo lo de mi alrededor porque soy un adicto.
Realmente de adulto si no te fumas el cigarrillo no te mueres pero tu vivencia es que cuando aquello no lo tenías tu sensación era de muerte. Nosotros tenemos que asumir que mamá no estuvo, que nos dio una serie de cosas que llenan nuestro vacío temporalmente, y por mucho que devoremos o hagamos no vamos a tener su amor.
La violencia es cuando decimos necesito hacer esto caiga quien caiga. El otro desaparece para mí, sus necesidades, sus deseos, y si es un bebé más. Lo primero que necesito es salvarme yo, es incorporar esa sustancia que me compensa.
Jordi pregunta como desenganchase ya que hay personas a quien les es más fácil y otras no. ¿Es porque hay un grado de desafección con la madre mayor o menor que provoca que esa adicción sea mayor o menor y se pueda uno desenganchar en mayor o menor medida? .
Hay gente a quien no le cuesta dejar de fumar y otra que sí. Esto es lo que te traía de la primera infancia, es que cada uno tiene unos mecanismos de supervivencia distintos y quien tiene la adicción como supervivencia es de un tipo y no de otro. Es mucho más difícil para unos o para otros. Todo el que fuma tiene una carencia, tiene que ver con el tema oral. Esa primera fase de los bebés. ¿Que todos somos adictos en mayor o menor medida? Sí, pero es como la violencia de los crónicos, hay adicciones que tienen grados. Esas que son tan violentas que no solo no miro al otro sino que lo arraso. Porque la adicción siendo conscientes no necesitamos ni desintoxicarnos, siendo conscientes de esta realidad, trabajarla con la BH se consigue pero tienes que ser consciente de donde viene. ¿Qué pasa con el tema de las granjas de desintoxicación? que son un gran útero donde las personas están muy contenidas: Terapia grupal, individual, comida, siesta, deporte, etc. Ahí si lo pueden sostener pero como se basan en la abstinencia al salir de ahí vuelven a consumir. Les pasa lo mismo que cuando nacieron, salen del útero al mundo y al no ser atendidos, a la primera dificultad vuelven a recaer.Dice
Jordi: entonces no tiene arreglo.
Si tiene, trabajando en uno mismo. En las granjas es mas desde la voluntad, más difícil, mucho más que si uno asume, toma consciencia del nivel de abandono del que uno viene y de los estragos que esto le ha ocasionado a lo largo de la vida. Por eso los que han bebido cuando dejan de beber siguen diciendo que son alcohólicos dice Jordi. Exacto. Y en los grupos de apoyo como A.A. lo que hacen es de contenedor y de apoyo como si fuera una familia por eso en algunos casos funcionan.
Para acabar recordamos que lo que podemos cambiar ahora es reconocer que la carencia está, pero ahora podemos decidir hacer otra cosa con conciencia, si somos valientes, y podemos decidir amar al prójimo.